jueves, 14 de marzo de 2024

La Edad Media explicada a los jóvenes

 Jacques Le Goff


CAPÍTULO

I

La Edad Media ¿Qué duración tuvo?

La Edad Media «bonita» y la «fea»


—Nos enseñaron en clase que el XVI es el siglo del Renacimiento; el siglo XVII, el del Clasicismo; y el XVIII, el de la Ilustración. Pero ¿cuándo empieza y cuándo termina la Edad Media? —La Edad Media duró mucho tiempo: ¡al menos mil años! Es verdad que, cuando se habla de ella, se suele pensar en el período que va desde el año 1000 hasta el 1500. Sin embargo, comenzó al menos cinco siglos antes, hacia el año 500, por tanto a lo largo del siglo V d. C. En 476, el último emperador romano fue expulsado de Roma y reemplazado por un rey bárbaro, Odoacro. Esta fecha señaló el fin del Imperio romano, pero, además de este gran acontecimiento político, significó también el fin de la Antigüedad.

—De todos modos, no se produce un cambio de época cada vez que desaparece un rey o cada vez que se extingue un linaje (una dinastía) de reyes o emperadores. —Exacto. En el siglo V d. C., se produjeron otros cambios muy importantes. En primer lugar, a partir del siglo IVcomenzaron las «grandes invasiones» de los pueblos a los que los romanos llamaban «bárbaros». Llegaron primero del norte (pueblos germánicos y del norte de Europa) y del oeste (celtas), y más tarde del este (húngaros y pueblos eslavos). La palabra «invasión» hace que nos imaginemos hordas bárbaras que irrumpirían devastándolo todo a su paso. Pero, en realidad, se trataba más bien de gente que se desplazaba pacíficamente para asentarse más al sur.

Tomemos como ejemplo a los vikingos: seguramente habréis visto imágenes que los muestran desembarcando en las costas normandas para saquear y provocar estragos tierra adentro. De hecho, con toda probabilidad fueron mercaderes que venían de los países del norte para comerciar, y algunos acabaron por establecerse «entre nosotros».

—¿También entonces se cambió de religión? —Sí, pero no fue por esta razón. El Imperio romano, ya desde los siglos IV y V, se había cristianizado, tras la conversión de los emperadores romanos, y había presenciado el final del paganismo (palabra empleada por los cristianos para designar la religión romana, con sus numerosos dioses y diosas). Así, desapareció el paganismo —con mayor o menor rapidez, pero sin duda nunca del todo— y fue dejando progresivamente su lugar al cristianismo. Los múltiples dioses paganos fueron sustituidos por un dios único, el de la Biblia (el Antiguo y el Nuevo Testamento), a pesar de que el Dios de los cristianos comprende tres personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo). Y los propios bárbaros se hicieron bautizar para volverse cristianos: la conversión más célebre, en Francia, fue la de un rey franco del que sin duda habréis oído hablar, Clodoveo (hacia el año 500 d. C.). Según la leyenda, su conversión al cristianismo se debió a la insistencia de su mujer, Clotilde.

—Porque… ¿es una leyenda? —Sí, dije expresamente: «Según la leyenda…». De este modo quería llamar vuestra atención sobre el hecho de que los historiadores, en lo que se refiere sobre todo al comienzo de la Edad en la Edad Media!». Tildar algo o a alguien de «medieval», o propio de la Edad Media, no es ciertamente un piropo… —Pero ¡no es del todo falso! —Más bien diría que, si la Edad Media no es el período dorado que quisieron imaginar algunos románticos, tampoco es, a pesar de sus debilidades y los aspectos que suscitan nuestro rechazo, la época oscurantista y triste cuya imagen intentaron propagar los humanistas y los ilustrados. Es necesario considerarla en su conjunto. Con relación a la Antigüedad, es un período de progreso y de desarrollo en numerosos puntos, que pondré de manifiesto. Desde luego, existe una Edad Media «fea»: los señores oprimían a los campesinos, la Iglesia era intolerante y sometía a los espíritus independientes (a los que se llamaba «herejes») a la Inquisición, que practicaba la tortura y hacía perecer a los rebeldes en las hogueras… Las hambrunas no escasearon y había muchos pobres; tenían miedo, pánico, por ejemplo al mar y los bosques… y al diablo. Pero actualmente nosotros también padecemos miedos, incluso en mayor cantidad, y algunos más terroríficos (por ejemplo, el miedo a los extraterrestres o el miedo muy real a la bomba atómica).

Sin embargo, también existe la «bonita» Edad Media, que sigue presente especialmente en el embeleso de los niños: ante los caballeros, los castillos, las catedrales, el arte románico y el arte gótico, el color (por ejemplo, de las vidrieras) y la fiesta. Se suele olvidar con excesiva frecuencia que en la Edad Media las mujeres, aunque siguieran desempeñando un papel inferior al de los hombres, adquirieron o conquistaron un rango más justo, más igualitario, más prestigioso en el seno de la sociedad: un rango que nunca antes habían tenido en tanto que mujeres, ni siquiera en la Atenas de la Antigüedad. Y además, aunque volveremos ciertamente a hablar de ello, Media, tienen a su disposición muy pocos documentos, y aquellos de los que disponen —por ejemplo, el relato de la conversión de Clodoveo— no cuentan necesariamente las cosas tal como sucedieron. Por tanto, es preciso juzgarlos con espíritu crítico y contrastarlos con otros documentos o «fuentes», como decimos los historiadores. Quienes escribieron estos relatos tenían en mente otras intenciones. Por ejemplo, en este caso, se trataba de mostrar que el país que más tarde sería Francia había sido bautizado, que era cristiano desde un principio. La realidad es mucho más compleja.

—Nuestro profesor nos habló también de una «larga» Edad Media. —Tenía razón, aunque es muy discutible la fecha de su final. Os dije «hacia 1500» porque en vuestros libros de texto se presenta así: según ellos, hacia finales del siglo XV comenzó, primero en Italia y luego en el resto de Europa, un nuevo período, el del «Renacimiento»; o incluso, en los programas escolares, como pronto veréis, equivale al comienzo de los llamados «tiempos modernos». Pero, para algunos historiadores, como es mi caso, la Edad Media duró en realidad hasta finales del siglo XVIII. —¿Por qué? —Porque, para abreviar, fue tan sólo en esta época cuando tres acontecimientos transformaron por completo la vida de la sociedad (precisemos: de la sociedad occidental, europea, y quizá ni eso, pues se trataba ante todo de los países más avanzados, como Inglaterra, Francia y el norte de Europa). En primer lugar, la ciencia experimentó extraordinarios progresos y empleó instrumentos y métodos de investigación cada vez más precisos. Luego —y es una consecuencia de los progresos realizados en las distintas ciencias—, hacia finales del siglo XVII se construyeron y utilizaron máquinas cada vez más eficaces y se inventaron técnicas de producción cada vez más rápidas. La primera máquina de vapor apareció en Inglaterra en 1698 (gracias al francés Denis Papin y al inglés Thomas Savery). Dicho de otro modo, fue el comienzo de lo que se llamaría «la revolución industrial». Por último, se produjeron entonces las revoluciones políticas, y en especial la Revolución francesa, que se percibió como un auténtico cambio en la historia de Francia, de Europa e incluso del mundo: puso fin al antiguo sistema político, al «Antiguo Régimen», y al sistema denominado «feudal», que se convirtió en el símbolo mismo de la «fea» Edad Media.

—Pero, antes de nada, ¿de dónde viene la expresión «Edad Media»? ¿Por qué es «media»? —Esta idea apareció durante la Edad Media misma, sobre todo hacia su fin, en primer lugar entre la gente culta y los artistas que percibían los siglos que acababan de pasar —los que constituyen para nosotros el corazón de la Edad Media— como un intervalo o una transición, y también como un período oscuro, un tiempo de decadencia con respecto a la Antigüedad, de la que se hacían una imagen idealizada. Pretendían recuperar esa civilización antigua más refinada (según ellos). Sobre todo, fueron los poetas italianos, llamados «humanistas», quienes, hacia finales del siglo XV y a comienzos del XVI, experimentaron tal sentimiento. Consideraban que los seres humanos poseían más cualidades de las que les atribuía la fe cristiana medieval, que insistía en el peso de los pecados del hombre ante Dios.

Hay otra razón. Sobre todo en el siglo XVIII —el siglo de la Ilustración, como lo habéis recordado oportunamente hace un momento— se produjo una corriente de desprecio hacia los hombres y la civilización de la Edad Media. La imagen dominante era la de un período oscurantista, en el que la fe en Dios aplastaba la razón de los hombres. En tiempo de los humanistas o en la época de la Ilustración, no se percibía la grandeza y la belleza de esos siglos.

Para resumir, «media» es la era que se extiende entre dos períodos que se consideran superiores: la Antigüedad y la Modernidad, que comenzó con el Renacimiento —una palabra también muy típica: la Antigüedad «renace» a partir de los siglos XV y XVI, ¡como si la Edad Media no fuera más que un paréntesis! —Tenemos, pues, la imagen de una Edad Media «fea». Y, sin embargo, ¡esta imagen está lejos de haber ganado la partida!

—Sí. Fueron los llamados escritores «románticos», en el siglo XIX, quienes recuperaron esta dimensión de la hermosa y gran Edad Media. ¿Por qué? Todavía no hemos mencionado la palabra «gótico», que ha quedado fijada a las catedrales medievales. Aunque el término «gótico», utilizado únicamente a partir del Renacimiento, quería decir «bárbaro». Para quienes insisten en la «fea» Edad Media, su arte les parece «bárbaro». Ahora bien, los románticos, ¡la Edad Media fue el momento del nacimiento de Europa!

—Acaba de decir: «Europa»… —Sí, y es muy importante. Europa comienza y se constituye en la Edad Media. La civilización de la Antigüedad romana concernía únicamente a una parte de Europa: los territorios del sur, situados fundamentalmente alrededor del Mediterráneo. A partir del siglo V, los países del norte (Alemania y luego Escandinavia), del oeste (Bretaña, Inglaterra e Irlanda) y del este (Hungría, países centroeuropeos) fueron entrando poco a poco en un espacio político y religioso común, el que constituirá la futura Europa.

—Entonces, ¿podemos decir que la gran unidad del Imperio romano concluyó hacia el año 500 d. C.? —Efectivamente. A partir de ese momento, los nuevos habitantes de la futura Europa se agruparon en colectividades y se establecieron en territorios de los que surgirían las naciones, encabezados la mayoría de las veces por un personaje nuevo, muy importante, del que volveremos a hablar: el rey. —¿Y fue también el final del latín, la lengua hablada en el Imperio romano?

—Cuanto más al norte se establecieron los recién llegados, más conservaron sus lenguas de origen, a pesar, por supuesto, de los préstamos de todo tipo que tomaron del latín. Este último se convirtió en la lengua de cultura, la lengua escrita, y seguirá siéndolo hasta el siglo XV. En los países del sur, el latín que se hablaba en tiempos del Imperio romano evolucionó mucho en función de cada país a lo largo de los siglos. Y dio nacimiento al grupo de las «lenguas romances»: el francés, el italiano, el español, el portugués y también —pues se suele olvidar— el rumano.

—En uno o dos años, tendremos que decidir si elegimos estudiar latín: ¿qué nos aconsejaría usted? —Creo que es importante disponer de la llave de acceso a la herencia del pasado que nos proporciona el latín. Si pensáis orientaros hacia oficios «literarios», sería preferible que cursarais una opción donde se aprendiera suficiente latín. Si, en cambio, queréis dedicaros a una profesión científica, podéis optar por un plan donde no se enseñe tanto, aunque no deberíais abandonarlo del todo. En mi opinión, incluso un mínimo conocimiento de latín os servirá de ayuda para más adelante. —El griego, la lengua hablada en la parte oriental del Imperio romano, ¿fue rechazado por completo en Occidente?

—Sí, la parte oriental griega del Imperio romano formó un mundo aparte: el Imperio bizantino. Siguió siendo un imperio porque había conservado un emperador al frente, que residía en Bizancio (o Constantinopla). Esta ciudad fue también la sede del patriarca de la Iglesia griega, llamada ortodoxa, que se consideraba superior al papa. A partir del siglo VII, la cristiandad occidental se desmarcó rápidamente, en el aspecto político, del Imperio bizantino. Con mayor lentitud, el papa logró conquistar su independencia, que fue definitiva en el siglo XI. Las relaciones entre el cristianismo occidental romano y el cristianismo oriental bizantino fueron distantes y, más tarde, francamente malas. En 1204, los cristianos romanos que se dirigían a la Cruzada contra los musulmanes en Oriente asaltaron y saquearon Constantinopla.




Fragmento elaborado por el prof. Cristhian da Costa

(Extraído de La edad media explicada a los jóvenes de J. Le Goff, 2007).

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